Información Sumistrada por parte de: DRA. lina Saéz de Antoni y DR. José Enrique Zaldívar Laguía. Clinica Veterinaira Colores Paseo de Santa María de la Cabeza. 68A  Ciudad de Madrid

La infección por el virus de la inmunodeficiencia felina (FIV) es una enfermedad importante en los gatos de vida libre. Se descubrió por primera vez durante la investigación de una epidemia, en una colonia aparentemente sana de gatos recogidos de la calle en América. Estos gatos presentaron signos clínicos similares a los de los humanos con SIDA, enfermedad causada por la infección del virus de la Inmunodeficiencia humana (VIH). Aunque estos dos virus (VIH y FIV) son muy similares, los virus son específicos de especie, lo que significa que el FIV sólo infecta a gatos y el VIH solo infecta a humanos. Por eso no hay riesgo de infección para las personas que estén en contacto con gatos positivos a FIV.

¿Qué es el VIF y que causa la enfermedad?

El virus de la inmunodeficiencia afecta a las células del sistema inmunológico (glóbulos blancos o leucocitos) destruyéndolos o dañándolos. Esto causa un deterioro gradual de la función inmunológica del gato. En la fase temprana de la infección puede no causar signos aparentes de enfermedad. El sistema inmune es muy importante en la lucha frente a las infecciones y el control del cuerpo sobre las células cancerosas. Así los gatos infectados por FIV presentan un alto riesgo de enfermedad y de infecciones por otros virus, bacterias y parásitos como Toxoplasma gondii o hemoplasmas(parásitos sanguíneos que causa anemia).

Prevalencia de VIF

La prevalencia de VIF en el total de la población de gatos sanos del Reino Unido es aproximadamente del 6 % y la prevalencia estimada en la población de gatos enfermos es de aproximadamente el 14%. Esta prevalencia varía en diferentes áreas del mundo y entre diferentes poblaciones de gatos. (por ejemplo, los gatos caseros comparados con gatos de campo o callejeros).

¿Cual es el riesgo para los gatos?

La forma más corriente de transmisión del virus es a través del mordisco durante una pelea. Por esta razón, los gatos machos sin castrar corren mayor riesgo de contagio y la prevalencia se incrementa con los gatos con acceso al exterior, gatos callejeros y extraviados. Cualquier gato puede ser infectado a cualquier edad pero a menudo pasa bastante tiempo entre la infección y el desarrollo de los síntomas y por eso la aparición de la enfermedad es más común en gatos adultos y mayores.

¿Cómo se disemina?

El mordisco está considerado el método de transmisión más importante. La saliva de un gato infectado contiene gran cantidad de virus y un solo mordisco puede desencadenar la transmisión de la infección. La infección se produce también por un contacto social cercano, entre un grupo de gatos donde no haya agresiones, a través del acicalamiento o de compartir el bebedero y el comedero. Algunos gatos que nacen de hembras infectadas con el virus pueden llegar a infectarse durante la gestación o a través de la leche materna. La infección en los cachorros es difícil de confirmar por la presencia de anticuerpos maternos, ya que estos duran bastantes meses. Se piensa que la transmisión sexual no es significativa. No se sabe si los parásitos hematófagos como las pulgas pueden diseminar la infección por eso es mejor mantener un control regular de las pulgas.

¿Cuáles son los síntomas de la infección?

Los signos de la infección por FIV son altamente inespecíficos. Durante la primera fase de la enfermedad (los primeros 2-4 meses) los gatos pueden mostrar signos durante corto tiempo incluyendo malestar, fiebre (temperatura alta) y un posible aumento de tamaño de los ganglios linfáticos o linfadenopatía (las glándulas que filtran la sangre del cuerpo para comprobar si hay infección o células tumorales).

La mayoría de los gatos se recuperan de esa fase temprana y entran en la segunda fase en la que están aparentemente sanos.

En la tercera fase de la infección se desarrollan otros signos por el efecto directo del virus (por ejemplo, puede infectar el tracto gastrointestinal lo que causa diarrea) y por la depresión del sistema inmunológico y la incapacidad del gato para luchar contra otras infecciones, haciéndole propenso a otras enfermedades o infecciones secundarias. Estos estados pueden tomar diferentes formas y por tanto los signos clínicos ser muy variables. Sin embargo la presencia de una enfermedad persistente o recurrente en el gato, indica una posible inmunodeficiencia. Los signos más comunes son malestar, pérdida de peso, inapetencia, fiebre, linfadenopatía y gingivitis (encías inflamadas). Otros signos adicionales son rinitis (inflamación del tejido interno que recubre la nariz causando estornudo y descarga nasal), infección de piel, anemia, conjuntivitis (inflamación de la zona interna del párpado), uveítis (inflamación de las estructuras internas del ojo) y enfermedades del sistema nerviosos que causan cambios de comportamiento y convulsiones (ataques). Las madres infectadas pueden abortar la camada.

Prevención y control

Existe una vacuna registrada en Estados Unidos para FIV pero no hay datos sobre su eficacia. La vacuna produce anticuerpos frente al virus que se detectan por la mayoría de los test diagnósticos disponibles para el veterinario clínico. El uso de la vacuna en este país invalida el uso de esos test.
Si en una casa con varios gatos se detecta un caso positivo el gato infectado debe ser aislado o extraído de la casa. Sin embargo como el riesgo de infección a través del contacto directo y compartiendo comederos y bebederos es muy bajo, muchos propietarios eligen que el gato se quede en casa. Es muy útil que los gatos usen comederos y bebederos separados por la gran cantidad de virus que se encuentra en la saliva. La bandeja y los comederos deben desinfectarse después de su uso para eliminar el virus. Una vez fuera del gato el virus muere en unos minutos, por eso es difícil infectarse a través de las ropas u otros objetos

Consejos para centros de acogida y organizaciones

Lo ideal es hacer un diagnóstico rutinario pero a veces no es posible por problemas económicos. En esos casos se debe analizar a cualquier gato sintomático y a los gatos agresivos (a menudo los machos sin castrar). Además se analizarán a los gatos de campo o salvajes. Idealmente, los gatos es mejor que vivan en grupos lo más pequeños posibles. La política de esterilización antes de darlos en adopción también debería ser efectivo para reducir la transmisión de la enfermedad.

Pronóstico de los gatos infectados

El pronóstico de los gatos con FIV es reservado. Si el diagnóstico de la infección se realiza de forma temprana puede pasar mucho tiempo hasta que el gato desarrolla signos de enfermedad por FIV. Aunque no es seguro que todos los gatos infectados desarrollen un síndrome de inmunodeficiencia, la experiencia sugiere que la mayoría lo tendrán y en todos los casos la infección parece ser permanente. Muchos gatos con FIV pueden permanecer largos periodos en buen estado de salud con la ayuda de los consejos de mantenimiento.

¿Cómo se diagnostica?

Hay varios sistemas de test disponibles para el diagnóstico de la infección por FIV. Algunos de estos test se pueden realizar en las clínicas veterinarias. Estos test detectan anticuerpos frente al virus. Como otros muchos test diagnósticos, este test no es exacto al 100% y puede dar resultados falsos positivos o negativos en las siguientes situaciones:

  1. Algunos gatos infectados producen anticuerpos que no son detectados por los test estándar (falsos negativos)
  2. La muestra puede estar contaminada (falso positivo)
  3. En las fases tempranas de la enfermedad no se producen anticuerpos frente a la enfermedad (menos de dos meses desde la infección). Es prudente repetir un test negativo en un animal sospechosos en unas 12 semanas.
  4. Los cachorros nacidos de hembras infectadas reciben anticuerpos maternales a través de la leche y esos anticuerpos se detectan en los análisis. Aunque todos los cachorros nacidos de una madre positiva a FIV serán positivos en el título de anticuerpos, el virus se traspasa solamente al 30 % de la camada. Los anticuerpos maternales pueden estar presentes hasta más de 4 meses. Los cachorros no deberían ser diagnosticados detectando anticuerpos hasta los 6 meses de edad.

Existen otros test que están disponibles en laboratorios especializados (a los que el veterinario puede enviar la muestra) para detectar el virus en sí mismo y esos test son muy sensibles. También se puede realizar el aislamiento del virus. Si el resultado del primer test de anticuerpos presenta alguna duda o lleva a confusión entonces el veterinario puede necesitar un test adicional para asegurar un correcto resultado.

Opciones de tratamiento

Hasta hoy no hay tratamiento que produzca una remisión de una infección ya establecida.
El principal objetivo del tratamiento para un gato infectado por FIV es estabilizar al paciente y mantenerlo con una buena calidad de vida. Aunque no están registrados para su uso en gatos, algunos medicamentos antivirales usados en pacientes con VIH (como la azidotimidina, AZT), han dado  resultados en algunos gatos infectados.
El interferón es un compuesto que interfiere con la replicación del virus y ha recibido mucha atención recientemente en el tratamiento de muchas infecciones virales. El interferón recombinante omega felino es el primer interferón disponible para uso veterinario en Europa y tiene propiedades antivirales e inmunomoduladoras (ajusta la respuesta inmune). Hasta hoy no hay estudios científicos completos sobre la efectividad de este producto pero de forma anecdótica hay algunos artículos con resultados positivos en su utilidad en el tratamiento de gatos infectados, lo que parece prometedor.
El aceite de prímula (550 mg una vez al día) usado en gatos positivos levemente afectados o asintomáticos puede dar lugar a algunas mejorías como el incremento del peso corporal y el aumento en el contaje de células sanguíneas. Muchas veces se comercializa junto con vitaminas y ácidos grasos que contribuyen a mejorar la condición física del gato.
Un cuidado rápido y efectivo de las infecciones secundarias es esencial en un gato positivo a FIV que está enfermo. Como esos gatos están inmunodeprimidos, se necesita a menudo un tratamiento con antibióticos más prolongado.

Cuidados a largo plazo de un gato infectado de VIF

Los gatos infectados con VIF deben ser confinados en casa para prevenir la diseminación del virus a los gatos del vecindario y para minimizar la exposición de los gatos afectados (enfermos) a agentes infecciosos portados por otros animales. Una buena nutrición y manejo es esencial para mantener una buena salud de los gatos infectados. Esos gatos deben alimentarse con una dieta felina completa y nutricionalmente balanceada. Deben evitarse la carne cruda, los huevos y la leche no pasteurizada porque el riesgo de infección por bacterias alimentarias y parásitos es mayor en animales inmunodeprimidos. Un programa de control parasitario (pulgas, garrapatas, lombrices…) y una buena vacunación rutinaria son importantes. Con la infección por FIV y en otros casos que cursan con inmunosupresión, hay un riesgo potencial al usar  vacunas vivas ya que ocasionalmente los gatos pueden llegar a desarrollar la enfermedad frente a la que se les vacuna. Aunque el riesgo es más teórico que práctico, si existe la opción es mejor usar una vacuna muerta o atenuada que una vacuna viva tradicional.
Los gatos infectados con FIV deben ir al veterinario para visitas de revisión al menos de forma semestral para detectar cambios en su estado de salud de forma temprana. El veterinario realizará una exploración completa centrándose particularmente en la boca, piel, nódulos linfáticos, ojos y apuntando el peso del gato. Se aconseja un análisis de sangre anual para comprobar el hemograma y contaje celular. Si se detecta cualquier signo de enfermedad por el propietario o por el veterinario se instaurará un tratamiento sintomático inmediatamente.
Se recomienda castrar a los animales no castrados para reducir el estrés del celo y el comportamiento sexual. Los animales esterilizados son menos propensos a salir de excursión fuera de casa y relacionarse agresivamente con otros animales.

Consejos para criadores

Para minimizar el riesgo de introducir el virus en la colonia, se aconseja a los criadores el prevenir que sus gatos tengan acceso al exterior y no tengan contacto con otros gatos que sí pueden salir o viven en el exterior. Es importante hacer análisis anuales y a los nuevos gatos antes de entrar al criadero. Si se identifica un gato positivo se deben tomar medidas apropiadas: dejar de criar, analizar a todos los gatos y eliminar o separar completamente a los individuos infectados. Todos los gatos volverán a testarse en 3-6 meses y si todavía son todos negativos, se puede restablecer la cría.

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